Dirigentas recuerdan su fuerte labor y vocación de servicio en la adversidad
Ser dirigenta vecinal en medio de una catástrofe, como lo fue el 27/F, significó mucho sacrificio y entrega para aquellas mujeres que en su mayoría, estaban a la cabeza de un grupo de vecinos damnificados. En ocasiones, se generaron suspicacias y rumores y eso lo recuerdan con cierta desazón a 13 años.
En Coliumo (Tomé) la devastación fue total, donde muchas casas fueron arrastradas por el mar. Afortunadamente ningún habitante perdió la vida en esa oportunidad, tal como relató María González, dirigenta vecinal de la localidad en esa época, cargo que sigue desempeñando actualmente. “Como todos conocemos el sector y todos sabían que si se recogía el mar venía un tsunami, gracias a esa sabiduría de los pescadores se pudo salvar muchas vidas. Pero hubo mucho daño económico”, indicó.
“Para el 27/F yo era dirigenta, presidenta de la junta de vecinos número 14, que es la primera de Coliumo. A las 3:34 de la mañana fue terrible. En Coliumo hubo muchos afectados, el mar se llevó casas completas”, detalló María González.
Según la dirigenta entre Dichato y Coliumo, esta última fue la localidad más afectada, porque no se trataba de cabañas turísticas, sino que las viviendas-habitación de las personas, las que fueron arrasadas por el tsunami, al igual que las embarcaciones de los pescadores.
María González, comenta que ella se dedicaba al turismo y en ese sentido sufrió daños, pero su casa sólo resultó con daños menores. Recuerda que fueron días de mucha exigencia. “Había días que no comíamos, porque los dirigentes trabajábamos de allá para acá. En un canal de televisión yo pedí desesperadamente ayuda, porque Coliumo prácticamente no se conocía, y así la hicimos notar. Venía una embarcación a Dichato, pero cuando vieron mi entrevista se devolvieron para acá y empezamos a recibir ayuda”, detalló.
La dificultad mayor que detalla González, en medio de toda la complejidad de la situación, fue que el trabajo que realizó fue bastante arduo, intentando repartir las cosas que se recibía como donaciones de manera equitativa a sus vecinos. “A veces las cosas se acababan y no teníamos para darle a los demás, ahí había sentimientos encontrados, pero tengo mi conciencia, muy tranquila, porque di todo lo que podía dar. Mi gente acá fue muy devastada”, aseguró González.
En la actualidad, María González, afirma que la situación está casi completamente recuperada en Coliumo, pero queda pendiente resolver el tema del agua potable que es bastante complejo cambiarlo por la lejanía de las viviendas en la localidad, actualmente funcionan con agua potable rural y con fosas sépticas.
Santa Clara
Por su parte, Violeta Rivera, quien era la presidenta de la Junta de Vecinos en Santa Clara de Talcahuano en 2010, sostuvo que las dificultades también radicaban en la entrega de la ayuda que iba recibiendo y en su canalización.
“Se vio de todo, trataron de aprovecharse, no hubo solidaridad, esa fue la guerra que tuvimos como dirigentes. Fue una experiencia buena por un lado, pero mala porque la gente habló mucho, por eso yo ahora no soy dirigenta vecinal. A mí la municipalidad no me dio nada, yo no tuve regalías, pero me llevé muchos comentarios y malos ratos”, contó Rivera.
En cuanto a por qué teniendo a su familia sin hogar, decidió igualmente continuar con su labor, contestó que “por la vocación de servicio, porque yo me había comprometido con la junta de vecinos y no podía abandonar el barco antes de tiempo. Y el tiempo alcanza para todo, tenía el apoyo de mi familia que era lo principal”.